En la XXIX Semana Ciudadana piden una “participación más real”. Levante-emv 21/06/2019

La presidenta de la Federación daba una advertencia a aquellos que «pretenden destruir los patrimonios históricos de nuestras ciudades y pueblos para urbanizarlos con modernidad sin entender que su conservación como elementos vivos ayuda, y mucho, a mejorar el futuro». Sobre la legislatura que acaba de finalizar dijo que tuvo «luces y sombras»

La Federación Vecinal critica el fomento de asociaciones “partidistas”

En el discurso de clausura de la XXIX Semana Ciudadana piden una “participación más real”

gerard s. ferrando

Un año más, la Federación Vecinal de València cerró su Semana Ciudadana con su gala de entrega de premios en la cual la presidenta de la Federación, María José Broseta, leyó el discurso de clausura. Unas palabras en las que la política, en un año con doble cita electoral, tuvo mucho protagonismo. Así como la reivindicación por la participación y la democracia. De hecho, el lema de la XXIX Semana Ciudadana era «Asociaciones Vecinales. Cultura Democrática», pues cabe recordar que también se está celebrando el cuarenta aniversario de los primeros ayuntamientos democráticos tras la dictadura franquista.

En su discurso hubo varias referencias al Govern de la Nau, del que llegó a decir que «la ilusión social que crearon (hace cuatro años) se ha desvanecido en gran parte». También les afeó que «la ciudad no ha experimentado un cambio sustancial». Y criticó «los intentos en los últimos cuatro años de legislar contra los movimientos sociales organizados como es el nuestro y a favor de otros recién nacidos pero claramente partidistas de una opción política presente en el Ayuntamiento».

«Pluralismo e independencia»

En su discurso, Broseta ponía en valor que cerca de 70 asociaciones forman parte de la Federación, lo que supone que «detrás hay miles de vecinos y vecinas». Con ello pretendía resaltar su peso en la sociedad al tiempo que reivindicaba «el pluralismo, la independencia y la democracia interna». Broseta lanzaba por aquí y por allá puyas a los políticos de ahora y de antes, al tiempo que reivindicaba que un movimiento como la Federación Vecinal sirve para «hacer posible que el poder institucional, sea del signo que sea, no haya tenido las manos libres para desarrollar sin controles sus políticas, a veces tan destructivas y alejadas de los intereses de la mayoría».

«Legislatura con luces y sombras»

La presidenta de la Federación daba una advertencia a aquellos que «pretenden destruir los patrimonios históricos de nuestras ciudades y pueblos para urbanizarlos con modernidad sin entender que su conservación como elementos vivos ayuda, y mucho, a mejorar el futuro». Sobre la legislatura que acaba de finalizar dijo que tuvo «luces y sombras» y dejaba caer que no supieron aprovechar el hecho de que «el anterior mal hacer del Partido Popular le facilitaba hacer una mejor gestión». Y les ponía una tarea para el futuro, la de «comprender que para la ciudadanía existe un solo Ayuntamiento y no tantos, antes tres y ahora dos, como organizaciones políticas conforman la mayoría. Tome nota el Señor Alcalde», incidía.

En su alegato de críticas lamentaba que en la ciudad «seguimos teniendo una importante carencia de equipamientos técnicos y asistencia sociales, con incremento de la desigualdad». También citaba «la enorme cantidad de personas mayores de 79 años que viven solos», así como «el impresionante número de viviendas que, en algunos barrios supera el 40%». Por lo que «es desconsolador que el acceso a la vivienda, no solo de compra sino de alquiler, excluya cada día más, a una importante parte de la población».

El hilo argumental del discurso giraba en torno a la participación y sobre ella advertía a Ribó de que esta es «algo más que abrir la terraza del Ayuntamiento». A lo que señalaba que «los concejales y concejalas no son dueños del poder, sino que tienen que entender que son mediadores temporales entre los derechos de la ciudadanía y la propia ciudadanía».

Para finalizar, y tras repartir criticas a diestro y siniestro, llamaba a la unidad aunque, eso sí, sin perder un ápice de mordacidad: «Quiero hacer un llamamiento a todos los movimientos sociales, para hacer un frente común, aportando cada uno todo su esfuerzo, aceptando las diferentes visiones sociales, porque no podemos y, sobre todo no debemos, seguir el mal ejemplo de las organizaciones políticas con excesiva frecuencia enzarzadas en inútiles disputas que a veces no entendemos desde la sociedad civil o lo que es peor las entendemos y vemos que poco tienen que ver con cuestiones de acción municipal para resolver los problemas ciudadanos».