El Cabanyal com a problema d’ordre públic (Isaac Rosa, Públic)

“Estos violentos habían sido citados para acudir al Cabanyal, y en su mayoría no viven allí. Son jóvenes con ganas de armar ruido.” -Miquel Domínguez, concejal de Seguridad de Valencia-

Ahí está la foto: un cordón policial protege a palos una excavadora que tira una casa. A eso hemos llegado después de que la alcaldesa valenciana, con ayuda del delegado del Gobierno, haya aplicado la vieja receta para doblegar resistencias vecinales: ante un problema, primero legisla, segundo judicialízalo, y tercero conviértelo en un asunto policial.“Estos violentos habían sido citados para acudir al Cabanyal, y en su mayoría no viven allí. Son jóvenes con ganas de armar ruido.” -Miquel Domínguez, concejal de Seguridad de Valencia-

Ahí está la foto: un cordón policial protege a palos una excavadora que tira una casa. A eso hemos llegado después de que la alcaldesa valenciana, con ayuda del delegado del Gobierno, haya aplicado la vieja receta para doblegar resistencias vecinales: ante un problema, primero legisla, segundo judicialízalo, y tercero conviértelo en un asunto policial.“Estos violentos habían sido citados para acudir al Cabanyal, y en su mayoría no viven allí. Son jóvenes con ganas de armar ruido.” -Miquel Domínguez, concejal de Seguridad de Valencia-

Ahí está la foto: un cordón policial protege a palos una excavadora que tira una casa. A eso hemos llegado después de que la alcaldesa valenciana, con ayuda del delegado del Gobierno, haya aplicado la vieja receta para doblegar resistencias vecinales: ante un problema, primero legisla, segundo judicialízalo, y tercero conviértelo en un asunto policial.

Lo hemos visto ya en otras ciudades, pues está en el manual básico de cualquier gobernante sin escrúpulos: si los vecinos se oponen a una medida, envuélvelos en esa triple telaraña legislativa-judicial-policial.

Primero, usa tus competencias para modificar leyes y aprobar otras nuevas hasta que aquello que pretendes sea perfectamente legal. En segundo lugar, si los resistentes no se conforman y recurren a los tribunales, estás de suerte, no saben dónde se meten esos infelices: construye un galimatías judicial, mediante denuncias, recursos y peritajes ante diferentes tribunales, hasta poder decir que la justicia está de tu parte, aunque los otros digan lo mismo.

Una vez hayas proclamado que tu actuación es legal y que los tribunales te dan la razón, si pese a todo continúa la resistencia vecinal, conviértelo en un problema de orden público: criminaliza la disidencia (que por supuesto siempre está formada por gentuza radical y violenta que nada tiene que ver con el barrio), rompe unos cuantos cráneos, y verás cómo muchos abandonan la protesta.

Ah, y lo más importante, el ingrediente fundamental para que el guiso cuaje bien: aplica la política de hechos consumados. Sigue adelante con tus planes, no te pares. Si dentro de diez años la justicia acaba dando la razón a los vecinos, para entonces ya no quedará una casa en pie y no habrá quien toque una baldosa de la nueva avenida. Como mucho, tendrás que indemnizar a unos cuantos, o ni eso. Por eso suena a sarcasmo oír a la ministra de Cultura pedir a los vecinos “confianza y tranquilidad” porque la justicia les acabará dando la razón. Pues que esperen sentados, sí. Pero sentados ante la excavadora.

Lo hemos visto ya en otras ciudades, pues está en el manual básico de cualquier gobernante sin escrúpulos: si los vecinos se oponen a una medida, envuélvelos en esa triple telaraña legislativa-judicial-policial.

Primero, usa tus competencias para modificar leyes y aprobar otras nuevas hasta que aquello que pretendes sea perfectamente legal. En segundo lugar, si los resistentes no se conforman y recurren a los tribunales, estás de suerte, no saben dónde se meten esos infelices: construye un galimatías judicial, mediante denuncias, recursos y peritajes ante diferentes tribunales, hasta poder decir que la justicia está de tu parte, aunque los otros digan lo mismo.

Una vez hayas proclamado que tu actuación es legal y que los tribunales te dan la razón, si pese a todo continúa la resistencia vecinal, conviértelo en un problema de orden público: criminaliza la disidencia (que por supuesto siempre está formada por gentuza radical y violenta que nada tiene que ver con el barrio), rompe unos cuantos cráneos, y verás cómo muchos abandonan la protesta.

Ah, y lo más importante, el ingrediente fundamental para que el guiso cuaje bien: aplica la política de hechos consumados. Sigue adelante con tus planes, no te pares. Si dentro de diez años la justicia acaba dando la razón a los vecinos, para entonces ya no quedará una casa en pie y no habrá quien toque una baldosa de la nueva avenida. Como mucho, tendrás que indemnizar a unos cuantos, o ni eso. Por eso suena a sarcasmo oír a la ministra de Cultura pedir a los vecinos “confianza y tranquilidad” porque la justicia les acabará dando la razón. Pues que esperen sentados, sí. Pero sentados ante la excavadora.

Lo hemos visto ya en otras ciudades, pues está en el manual básico de cualquier gobernante sin escrúpulos: si los vecinos se oponen a una medida, envuélvelos en esa triple telaraña legislativa-judicial-policial.

Primero, usa tus competencias para modificar leyes y aprobar otras nuevas hasta que aquello que pretendes sea perfectamente legal. En segundo lugar, si los resistentes no se conforman y recurren a los tribunales, estás de suerte, no saben dónde se meten esos infelices: construye un galimatías judicial, mediante denuncias, recursos y peritajes ante diferentes tribunales, hasta poder decir que la justicia está de tu parte, aunque los otros digan lo mismo.

Una vez hayas proclamado que tu actuación es legal y que los tribunales te dan la razón, si pese a todo continúa la resistencia vecinal, conviértelo en un problema de orden público: criminaliza la disidencia (que por supuesto siempre está formada por gentuza radical y violenta que nada tiene que ver con el barrio), rompe unos cuantos cráneos, y verás cómo muchos abandonan la protesta.

Ah, y lo más importante, el ingrediente fundamental para que el guiso cuaje bien: aplica la política de hechos consumados. Sigue adelante con tus planes, no te pares. Si dentro de diez años la justicia acaba dando la razón a los vecinos, para entonces ya no quedará una casa en pie y no habrá quien toque una baldosa de la nueva avenida. Como mucho, tendrás que indemnizar a unos cuantos, o ni eso. Por eso suena a sarcasmo oír a la ministra de Cultura pedir a los vecinos “confianza y tranquilidad” porque la justicia les acabará dando la razón. Pues que esperen sentados, sí. Pero sentados ante la excavadora.