El Cabanyal: habitabilitat i sostenibilitat vs. especulació per Jon Salaberría

El pasado día 17, esta pasada semana, nos llegaba una noticia, una más en el largo devenir del conflicto entre los vecinos del barrio Cabanyal-Canyamelar y las autoridades populares que dirigen las diferentes instituciones valencianas, principalmente Generalitat y Ayuntamiento de Valencia. Con el transcurso de las horas, se pudo valorar en todas sus implicaciones la noticia y no pocos expertos en la cuestión llegaron a la conclusión de que no se trataba de una etapa más en el camino reivindicativo de unos y en las intenciones de gestión urbanística de otros. El pasado día 17, esta pasada semana, nos llegaba una noticia, una más en el largo devenir del conflicto entre los vecinos del barrio Cabanyal-Canyamelar y las autoridades populares que dirigen las diferentes instituciones valencianas, principalmente Generalitat y Ayuntamiento de Valencia. Con el transcurso de las horas, se pudo valorar en todas sus implicaciones la noticia y no pocos expertos en la cuestión llegaron a la conclusión de que no se trataba de una etapa más en el camino reivindicativo de unos y en las intenciones de gestión urbanística de otros.El pasado día 17, esta pasada semana, nos llegaba una noticia, una más en el largo devenir del conflicto entre los vecinos del barrio Cabanyal-Canyamelar y las autoridades populares que dirigen las diferentes instituciones valencianas, principalmente Generalitat y Ayuntamiento de Valencia. Con el transcurso de las horas, se pudo valorar en todas sus implicaciones la noticia y no pocos expertos en la cuestión llegaron a la conclusión de que no se trataba de una etapa más en el camino reivindicativo de unos y en las intenciones de gestión urbanística de otros. La paralización, por orden del Tribunal Constitucional, una vez admitido a trámite el recurso del Gobierno de España (a través de Ministerio de Cultura dirigido por González-Sinde), de las obras de prolongación de laAvenida Blasco Ibáñez a través del tradicional barrio marinero de El Cabanyal, declaradas en su día urgentes por el Gobierno de Francisco Camps y materialización del PEPRI (Plan Especial de Protección y Reforma Interior) ideado por el equipo de Rita Barberá, es sin lugar a dudas un hito histórico que sentará doctrina a nivel jurídico, abre nuevas perspectivas en el debate político-administrativo (existe un descarnado conflicto de competencias entre Gobierno del Estado y Gobierno autonómico tras la promulgación de la Orden Ministerial que declaraba Bien de Interés Cultural el conjunto histórico de El Cabanyal), y pone de actualidad plena el debate sobre las diferentes opciones sobre habitabilidad en las modernas ciudades (reconstrucción-conservación frente a nueva promoción urbanística), sobre nuevos modelos de desarrollo cultural, sobre el “pertinaz” tema de la vivienda, … y poniendo en primera línea de combate almovimiento vecinal, con una vitalidad y pujanza como no conocemos desde hace quinquenios, y que me hace añorar a Paco Candel, sus preocupaciones vecinales en los sesenta y primeros setenta en plenos estertores del franquismo, su sensibilidad y el testimonio que nos ha legado al respecto.

Entre las reacciones: la reacción política de las autoridades valencianas, obligadas en base a la “Orden Sinde” y a la admisión a trámite del recurso ante el TC a la paralización de actividades en el conjunto histórico, es la de negarse a la misma, insistiendo en el discurso de la rebeldía institucional y en el del envite electoralista. El concejal de Relaciones con los Medios de Comunicación en el Ayuntamiento de Valencia, Miquel Domínguez, tras conocer que el Tribunal Constitucional admitió a trámite el recurso de inconstitucionalidad promovido por el Presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, contra el Decreto-Ley 1/2010 del Consell relativo al barrio de El Cabanyal, aseguraba que el consistorio “va a seguir adelante porque el TC  no ha acordado la paralización de derribo alguno”. Según Domínguez, dicha admisión sólo supone la suspensión de la norma autonómica y no implica paralización de las actuaciones del PEPRI, cuando precisamente ése y no otro es el tenor de la norma estatal y el del auto de admisión. Pocas jornadas antes de la admisión a trámite del recurso, Rita Barberá hacía el envite electoral asegurando que la victoria electoral del PP en España será la solución definitiva del conflicto vecinal, en el que percibe las maniobras conspirativas de la oposición. La nota de prensa de la Asociación de Vecinos y Vecinas de El Cabanyar-Canyamelar, sin embargo, se expresaba de modo rotundo en otro sentido: “(la reiniciación y replanteamiento de los trabajos de estudio intentando nuevas vías alternativas a los derribos y a la promoción de nuevos inmuebles en la apertura de la Avenida Blasco Ibáñez) es una tarea común que todos los vecinos y comerciantes de El Cabanyal-Canyamelar deberíamos exigir de forma unánime  a nuestras autoridades. Es lo único en lo que se pueden poner a trabajar sin caer en el delito de la prevaricación. El Ayuntamiento tiene que elegir entre eso o la paralización a la que nadie le obliga. Nadie les impide que se trabaje en eliminar la delincuencia y la degradación y propiciar la rehabilitación. Tampoco en la construcción de equipamientos. Es lo que permite la legalidad vigente y además es bueno para el barrio; para trabajar de cara al futuro y lo que es más importante, para mejorar el presente. Pondrá en marcha la economía del barrio y se crearan puestos de trabajo”.

La reflexión en torno la alternativa (en este conflicto) que para un efectivo PEPRI debería sustituir a la operación puramente especulativa que contradice el espíritu de un plan urbanístico de esas características, y que yo pongo sobre la mesa por considerar perfectamente “exportable” a la generalidad de cascos históricos de ciudades medias-grandes de España, es el que se podría denominar “viaje al centro”, a pesar de las inevitables resonancias políticas de la expresión. Es la opción alternativa por la que han luchado y luchan de modo ejemplar estos vecinos y vecinas de El Cabanyal. El núcleo urbano, especialmente el de los cascos históricos, es el área con menores probabilidades de sufrir una congelación o depreciación del valor del suelo, se resiente menos de los cambios de ciclo y es objeto habitual del interés de las Administraciones, conscientes de que esta actividad en estos centros repercute en la consideración de la ciudad como objetivo turístico y cultural. Precisamente en plena crisis económica, cuando en el debate sobre el necesario cambio de modelo productivo se insiste en los criterios de sostenibilidad (con su consecuente urbanístico y vecinal, que es la habitabilidad), estamos ante un abanico de oportunidades para perseverar en la recuperación. Y precisamente debido al estancamiento del sector del “ladrillo”, el ámbito de la rehabilitación y de la reconstrucción de elementos arquitectónicos ofrece a ese sector productivo un nuevo ámbito para recuperar parte de su pujanza en estos años previos “de locura”, uno de cuyos coletazos es el proyecto de los populares valencianos para El Cabanyal. En los últimos tiempos, son muchas las Administraciones de diferente signo que insisten en esta opción y la inversión pública ofrece opciones importantes dignas de ser aprovechadas.

No son pocos los obstáculos que se pueden encontrar en el empeño, no siempre en base al interés especulativo o a la irresponsabilidad de algunos rectores urbanísticos, sino también por la dificultad técnica del trabajo en un ámbito como este, la complejidad de la normativa jurídico-urbanística que regula la actividad rehabilitadora y la necesidad de una altísima cualificación en el personal que se encargaría de la ingente labor. Pero creo que las ventajas y losbeneficios socioeconómicos son innegables: la recuperación de parque de vivienda, el final del deterioro de este tipo de escenarios con los riesgos que implica (marginalidad, tráfico de drogas, delincuencia ligada al anterior, problemas de salud pública, riesgo físico por el mencionado deterioro de elementos arquitectónicos, etc. …), la recuperación del comercio tradicional y de los empleos que conllevaría, el impulso al sector de la restauración, la mejora de los equipamientos públicos de todo tipo en el entorno, etc. …

Poner de acuerdo la normativas de las diferentes instituciones competentes, interesar a los emprendedores, recuperar nuestras raíces históricas y culturales, reclamar como legado para nuestros hijos un entorno con habitabilidad y con sostenibilidad recuperado desde el que a nosotros nos fue legado,… son una opción para que no volvamos a caer en la espiral especulativa que está en la raíz de la crisis que vivimos.

Finalizo con las palabras de Juan Perpiñá en relación con el conflicto que motiva mis líneas: “los valencianos de hoy han recordado con sus hechos la frase lapidaria de Blasco dirigida al dictador Primo de Rivera “no a una nación secuestrada”, rebeldía que en los años sesenta ya planteó el cantautor valenciano Raimon en su expresivo “No. Diguem no. Nosaltres no som d’eixe món”… La senda de Vicente Blasco Ibáñez, como se ve ha tenido siempre buenos seguidores.  No podía ser de otra manera. Dejó buena mies con sus grandes obras literarias de carácter social y de denuncia contra los poderes establecidos, que fueron leídas en la inmensa mayoría de países a los que llegó su acreditada fama. En el fondo, Blasco no ha muerto, porque sigue vivo en su inigualable obra”. Por supuesto, la memoria del viejo republicano está presente en sus calles, el patrimonio pictórico de Sorolla en su privilegiada fachada mediterránea, la ancestral cultura del mar en sus gentes … Casi dos décadas de desvelo ciudadano han hecho imposible el olvido. La paralización, por orden del Tribunal Constitucional, una vez admitido a trámite el recurso del Gobierno de España (a través de Ministerio de Cultura dirigido por González-Sinde), de las obras de prolongación de laAvenida Blasco Ibáñez a través del tradicional barrio marinero de El Cabanyal, declaradas en su día urgentes por el Gobierno de Francisco Camps y materialización del PEPRI (Plan Especial de Protección y Reforma Interior) ideado por el equipo de Rita Barberá, es sin lugar a dudas un hito histórico que sentará doctrina a nivel jurídico, abre nuevas perspectivas en el debate político-administrativo (existe un descarnado conflicto de competencias entre Gobierno del Estado y Gobierno autonómico tras la promulgación de la Orden Ministerial que declaraba Bien de Interés Cultural el conjunto histórico de El Cabanyal), y pone de actualidad plena el debate sobre las diferentes opciones sobre habitabilidad en las modernas ciudades (reconstrucción-conservación frente a nueva promoción urbanística), sobre nuevos modelos de desarrollo cultural, sobre el “pertinaz” tema de la vivienda, … y poniendo en primera línea de combate almovimiento vecinal, con una vitalidad y pujanza como no conocemos desde hace quinquenios, y que me hace añorar a Paco Candel, sus preocupaciones vecinales en los sesenta y primeros setenta en plenos estertores del franquismo, su sensibilidad y el testimonio que nos ha legado al respecto.

Entre las reacciones: la reacción política de las autoridades valencianas, obligadas en base a la “Orden Sinde” y a la admisión a trámite del recurso ante el TC a la paralización de actividades en el conjunto histórico, es la de negarse a la misma, insistiendo en el discurso de la rebeldía institucional y en el del envite electoralista. El concejal de Relaciones con los Medios de Comunicación en el Ayuntamiento de Valencia, Miquel Domínguez, tras conocer que el Tribunal Constitucional admitió a trámite el recurso de inconstitucionalidad promovido por el Presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, contra el Decreto-Ley 1/2010 del Consell relativo al barrio de El Cabanyal, aseguraba que el consistorio “va a seguir adelante porque el TC  no ha acordado la paralización de derribo alguno”. Según Domínguez, dicha admisión sólo supone la suspensión de la norma autonómica y no implica paralización de las actuaciones del PEPRI, cuando precisamente ése y no otro es el tenor de la norma estatal y el del auto de admisión. Pocas jornadas antes de la admisión a trámite del recurso, Rita Barberá hacía el envite electoral asegurando que la victoria electoral del PP en España será la solución definitiva del conflicto vecinal, en el que percibe las maniobras conspirativas de la oposición. La nota de prensa de la Asociación de Vecinos y Vecinas de El Cabanyar-Canyamelar, sin embargo, se expresaba de modo rotundo en otro sentido: “(la reiniciación y replanteamiento de los trabajos de estudio intentando nuevas vías alternativas a los derribos y a la promoción de nuevos inmuebles en la apertura de la Avenida Blasco Ibáñez) es una tarea común que todos los vecinos y comerciantes de El Cabanyal-Canyamelar deberíamos exigir de forma unánime  a nuestras autoridades. Es lo único en lo que se pueden poner a trabajar sin caer en el delito de la prevaricación. El Ayuntamiento tiene que elegir entre eso o la paralización a la que nadie le obliga. Nadie les impide que se trabaje en eliminar la delincuencia y la degradación y propiciar la rehabilitación. Tampoco en la construcción de equipamientos. Es lo que permite la legalidad vigente y además es bueno para el barrio; para trabajar de cara al futuro y lo que es más importante, para mejorar el presente. Pondrá en marcha la economía del barrio y se crearan puestos de trabajo”.

La reflexión en torno la alternativa (en este conflicto) que para un efectivo PEPRI debería sustituir a la operación puramente especulativa que contradice el espíritu de un plan urbanístico de esas características, y que yo pongo sobre la mesa por considerar perfectamente “exportable” a la generalidad de cascos históricos de ciudades medias-grandes de España, es el que se podría denominar “viaje al centro”, a pesar de las inevitables resonancias políticas de la expresión. Es la opción alternativa por la que han luchado y luchan de modo ejemplar estos vecinos y vecinas de El Cabanyal. El núcleo urbano, especialmente el de los cascos históricos, es el área con menores probabilidades de sufrir una congelación o depreciación del valor del suelo, se resiente menos de los cambios de ciclo y es objeto habitual del interés de las Administraciones, conscientes de que esta actividad en estos centros repercute en la consideración de la ciudad como objetivo turístico y cultural. Precisamente en plena crisis económica, cuando en el debate sobre el necesario cambio de modelo productivo se insiste en los criterios de sostenibilidad (con su consecuente urbanístico y vecinal, que es la habitabilidad), estamos ante un abanico de oportunidades para perseverar en la recuperación. Y precisamente debido al estancamiento del sector del “ladrillo”, el ámbito de la rehabilitación y de la reconstrucción de elementos arquitectónicos ofrece a ese sector productivo un nuevo ámbito para recuperar parte de su pujanza en estos años previos “de locura”, uno de cuyos coletazos es el proyecto de los populares valencianos para El Cabanyal. En los últimos tiempos, son muchas las Administraciones de diferente signo que insisten en esta opción y la inversión pública ofrece opciones importantes dignas de ser aprovechadas.

No son pocos los obstáculos que se pueden encontrar en el empeño, no siempre en base al interés especulativo o a la irresponsabilidad de algunos rectores urbanísticos, sino también por la dificultad técnica del trabajo en un ámbito como este, la complejidad de la normativa jurídico-urbanística que regula la actividad rehabilitadora y la necesidad de una altísima cualificación en el personal que se encargaría de la ingente labor. Pero creo que las ventajas y losbeneficios socioeconómicos son innegables: la recuperación de parque de vivienda, el final del deterioro de este tipo de escenarios con los riesgos que implica (marginalidad, tráfico de drogas, delincuencia ligada al anterior, problemas de salud pública, riesgo físico por el mencionado deterioro de elementos arquitectónicos, etc. …), la recuperación del comercio tradicional y de los empleos que conllevaría, el impulso al sector de la restauración, la mejora de los equipamientos públicos de todo tipo en el entorno, etc. …

Poner de acuerdo la normativas de las diferentes instituciones competentes, interesar a los emprendedores, recuperar nuestras raíces históricas y culturales, reclamar como legado para nuestros hijos un entorno con habitabilidad y con sostenibilidad recuperado desde el que a nosotros nos fue legado,… son una opción para que no volvamos a caer en la espiral especulativa que está en la raíz de la crisis que vivimos.

Finalizo con las palabras de Juan Perpiñá en relación con el conflicto que motiva mis líneas: “los valencianos de hoy han recordado con sus hechos la frase lapidaria de Blasco dirigida al dictador Primo de Rivera “no a una nación secuestrada”, rebeldía que en los años sesenta ya planteó el cantautor valenciano Raimon en su expresivo “No. Diguem no. Nosaltres no som d’eixe món”… La senda de Vicente Blasco Ibáñez, como se ve ha tenido siempre buenos seguidores.  No podía ser de otra manera. Dejó buena mies con sus grandes obras literarias de carácter social y de denuncia contra los poderes establecidos, que fueron leídas en la inmensa mayoría de países a los que llegó su acreditada fama. En el fondo, Blasco no ha muerto, porque sigue vivo en su inigualable obra”. Por supuesto, la memoria del viejo republicano está presente en sus calles, el patrimonio pictórico de Sorolla en su privilegiada fachada mediterránea, la ancestral cultura del mar en sus gentes … Casi dos décadas de desvelo ciudadano han hecho imposible el olvido.La paralización, por orden del Tribunal Constitucional, una vez admitido a trámite el recurso del Gobierno de España (a través de Ministerio de Cultura dirigido por González-Sinde), de las obras de prolongación de laAvenida Blasco Ibáñez a través del tradicional barrio marinero de El Cabanyal, declaradas en su día urgentes por el Gobierno de Francisco Camps y materialización del PEPRI (Plan Especial de Protección y Reforma Interior) ideado por el equipo de Rita Barberá, es sin lugar a dudas un hito histórico que sentará doctrina a nivel jurídico, abre nuevas perspectivas en el debate político-administrativo (existe un descarnado conflicto de competencias entre Gobierno del Estado y Gobierno autonómico tras la promulgación de la Orden Ministerial que declaraba Bien de Interés Cultural el conjunto histórico de El Cabanyal), y pone de actualidad plena el debate sobre las diferentes opciones sobre habitabilidad en las modernas ciudades (reconstrucción-conservación frente a nueva promoción urbanística), sobre nuevos modelos de desarrollo cultural, sobre el “pertinaz” tema de la vivienda, … y poniendo en primera línea de combate almovimiento vecinal, con una vitalidad y pujanza como no conocemos desde hace quinquenios, y que me hace añorar a Paco Candel, sus preocupaciones vecinales en los sesenta y primeros setenta en plenos estertores del franquismo, su sensibilidad y el testimonio que nos ha legado al respecto.

Entre las reacciones: la reacción política de las autoridades valencianas, obligadas en base a la “Orden Sinde” y a la admisión a trámite del recurso ante el TC a la paralización de actividades en el conjunto histórico, es la de negarse a la misma, insistiendo en el discurso de la rebeldía institucional y en el del envite electoralista. El concejal de Relaciones con los Medios de Comunicación en el Ayuntamiento de Valencia, Miquel Domínguez, tras conocer que el Tribunal Constitucional admitió a trámite el recurso de inconstitucionalidad promovido por el Presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, contra el Decreto-Ley 1/2010 del Consell relativo al barrio de El Cabanyal, aseguraba que el consistorio “va a seguir adelante porque el TC  no ha acordado la paralización de derribo alguno”. Según Domínguez, dicha admisión sólo supone la suspensión de la norma autonómica y no implica paralización de las actuaciones del PEPRI, cuando precisamente ése y no otro es el tenor de la norma estatal y el del auto de admisión. Pocas jornadas antes de la admisión a trámite del recurso, Rita Barberá hacía el envite electoral asegurando que la victoria electoral del PP en España será la solución definitiva del conflicto vecinal, en el que percibe las maniobras conspirativas de la oposición. La nota de prensa de la Asociación de Vecinos y Vecinas de El Cabanyar-Canyamelar, sin embargo, se expresaba de modo rotundo en otro sentido: “(la reiniciación y replanteamiento de los trabajos de estudio intentando nuevas vías alternativas a los derribos y a la promoción de nuevos inmuebles en la apertura de la Avenida Blasco Ibáñez) es una tarea común que todos los vecinos y comerciantes de El Cabanyal-Canyamelar deberíamos exigir de forma unánime  a nuestras autoridades. Es lo único en lo que se pueden poner a trabajar sin caer en el delito de la prevaricación. El Ayuntamiento tiene que elegir entre eso o la paralización a la que nadie le obliga. Nadie les impide que se trabaje en eliminar la delincuencia y la degradación y propiciar la rehabilitación. Tampoco en la construcción de equipamientos. Es lo que permite la legalidad vigente y además es bueno para el barrio; para trabajar de cara al futuro y lo que es más importante, para mejorar el presente. Pondrá en marcha la economía del barrio y se crearan puestos de trabajo”.

La reflexión en torno la alternativa (en este conflicto) que para un efectivo PEPRI debería sustituir a la operación puramente especulativa que contradice el espíritu de un plan urbanístico de esas características, y que yo pongo sobre la mesa por considerar perfectamente “exportable” a la generalidad de cascos históricos de ciudades medias-grandes de España, es el que se podría denominar “viaje al centro”, a pesar de las inevitables resonancias políticas de la expresión. Es la opción alternativa por la que han luchado y luchan de modo ejemplar estos vecinos y vecinas de El Cabanyal. El núcleo urbano, especialmente el de los cascos históricos, es el área con menores probabilidades de sufrir una congelación o depreciación del valor del suelo, se resiente menos de los cambios de ciclo y es objeto habitual del interés de las Administraciones, conscientes de que esta actividad en estos centros repercute en la consideración de la ciudad como objetivo turístico y cultural. Precisamente en plena crisis económica, cuando en el debate sobre el necesario cambio de modelo productivo se insiste en los criterios de sostenibilidad (con su consecuente urbanístico y vecinal, que es la habitabilidad), estamos ante un abanico de oportunidades para perseverar en la recuperación. Y precisamente debido al estancamiento del sector del “ladrillo”, el ámbito de la rehabilitación y de la reconstrucción de elementos arquitectónicos ofrece a ese sector productivo un nuevo ámbito para recuperar parte de su pujanza en estos años previos “de locura”, uno de cuyos coletazos es el proyecto de los populares valencianos para El Cabanyal. En los últimos tiempos, son muchas las Administraciones de diferente signo que insisten en esta opción y la inversión pública ofrece opciones importantes dignas de ser aprovechadas.

No son pocos los obstáculos que se pueden encontrar en el empeño, no siempre en base al interés especulativo o a la irresponsabilidad de algunos rectores urbanísticos, sino también por la dificultad técnica del trabajo en un ámbito como este, la complejidad de la normativa jurídico-urbanística que regula la actividad rehabilitadora y la necesidad de una altísima cualificación en el personal que se encargaría de la ingente labor. Pero creo que las ventajas y losbeneficios socioeconómicos son innegables: la recuperación de parque de vivienda, el final del deterioro de este tipo de escenarios con los riesgos que implica (marginalidad, tráfico de drogas, delincuencia ligada al anterior, problemas de salud pública, riesgo físico por el mencionado deterioro de elementos arquitectónicos, etc. …), la recuperación del comercio tradicional y de los empleos que conllevaría, el impulso al sector de la restauración, la mejora de los equipamientos públicos de todo tipo en el entorno, etc. …

Poner de acuerdo la normativas de las diferentes instituciones competentes, interesar a los emprendedores, recuperar nuestras raíces históricas y culturales, reclamar como legado para nuestros hijos un entorno con habitabilidad y con sostenibilidad recuperado desde el que a nosotros nos fue legado,… son una opción para que no volvamos a caer en la espiral especulativa que está en la raíz de la crisis que vivimos.

Finalizo con las palabras de Juan Perpiñá en relación con el conflicto que motiva mis líneas: “los valencianos de hoy han recordado con sus hechos la frase lapidaria de Blasco dirigida al dictador Primo de Rivera “no a una nación secuestrada”, rebeldía que en los años sesenta ya planteó el cantautor valenciano Raimon en su expresivo “No. Diguem no. Nosaltres no som d’eixe món”… La senda de Vicente Blasco Ibáñez, como se ve ha tenido siempre buenos seguidores.  No podía ser de otra manera. Dejó buena mies con sus grandes obras literarias de carácter social y de denuncia contra los poderes establecidos, que fueron leídas en la inmensa mayoría de países a los que llegó su acreditada fama. En el fondo, Blasco no ha muerto, porque sigue vivo en su inigualable obra”. Por supuesto, la memoria del viejo republicano está presente en sus calles, el patrimonio pictórico de Sorolla en su privilegiada fachada mediterránea, la ancestral cultura del mar en sus gentes … Casi dos décadas de desvelo ciudadano han hecho imposible el olvido.