La bruixa trencà l’espill

El día que el espejo le dijo a la madrastra la verdad, la malvada rompió el espejo. Como la bruja del cuento, pero a tres voces, el Presidente, el Conseller de Cultura y el Director General de Patrimonio Cultural, van a romper esta ley –la de patrimonio cultural valenciano, que ellos hicieron- y se van a comprar otra que nos están vendiendo. Dice la prensa que para dar vía libre al proyecto más querido por la alcaldesa, el de la destrucción del Cabanyal -mira que es mala suerte-; “para dar al Consell facultades y poder intervenir en la defensa del patrimonio”, replican ellos. Vaya, me digo, resulta que promulgaron una ley que les impedía defender el patrimonio pero que no les ha impedido acosarlo. También es mala suerte.

Sin duda el Cabanyal es sabroso (lo sabemos quienes ahí vivimos), como lo es el Benacantil y las costa enterita (lo saben quienes se la han estado merendando). Ojalá fuéramos rinocerontes y nos pudieran amputar el cuerno, nos dejarían tranquilos, pero a pesar del calor el mar se ha negado a evaporarse y seguimos con el problema.El día que el espejo le dijo a la madrastra la verdad, la malvada rompió el espejo. Como la bruja del cuento, pero a tres voces, el Presidente, el Conseller de Cultura y el Director General de Patrimonio Cultural, van a romper esta ley –la de patrimonio cultural valenciano, que ellos hicieron- y se van a comprar otra que nos están vendiendo. Dice la prensa que para dar vía libre al proyecto más querido por la alcaldesa, el de la destrucción del Cabanyal -mira que es mala suerte-; “para dar al Consell facultades y poder intervenir en la defensa del patrimonio”, replican ellos. Vaya, me digo, resulta que promulgaron una ley que les impedía defender el patrimonio pero que no les ha impedido acosarlo. También es mala suerte.

Sin duda el Cabanyal es sabroso (lo sabemos quienes ahí vivimos), como lo es el Benacantil y las costa enterita (lo saben quienes se la han estado merendando). Ojalá fuéramos rinocerontes y nos pudieran amputar el cuerno, nos dejarían tranquilos, pero a pesar del calor el mar se ha negado a evaporarse y seguimos con el problema.

El problema hace tiempo que no es sólo del Cabanyal, ni el Benacantil, ni la huerta. Se trata de un problema institucional, de falta de dignidad política, de confusión del Estado de Derecho y de este sistema que algunos todavía llamamos democrático sólo porque conocemos cosas peores (y porque si no nos tildan de reaccionarios. Encima). El problema es que se propone una reforma legislativa no con fines generales, como debiera ser, sino para resolver los obstáculos al proyecto más querido por la alcaldesa, que es ilegal. Ésta ha defendido siempre que su proyecto está dentro de la ley, así que si el Poder Judicial afirmara que la prolongación es ilegal, concluyen, habría que cambiar la ley. En su esquema esto es obvio, pero nada democrático.

Hablan de democracia y no se avergüenzan (suspiro). Dicen que “el pueblo” ha respaldado el proyecto, afirman que su “abrumadora mayoría” (que la verdad, sí que abruma) justifica la realización de la avenida. Pero no dicen que los barrios marítimos votan mayoritariamente a partidos que están en contra del proyecto, no dicen que la obligatoria consulta a los afectados (todos los valencianos) fue un fraude. ¿Dónde estuvo la información plena de lo que es y supone el proyecto? ¿dónde el diálogo con los interlocutores adecuados? ¿dónde el respeto a los vecinos? ¿dónde la buena fe? (condiciones mínimas de una consulta). En fin, el consell ofrece al gobierno municipal un regalo de compromiso que ni es suyo ni posee, y anuncia impunemente una herida más al sistema para hacerse con la presa. Hecha la trampa, hacen la ley.
El día que el espejo le dijo a la madrastra la verdad, la malvada rompió el espejo. Probablemente se compró uno nuevo que no opinaba.

Fernando Flores Giménez
Profesor de Derecho Constitucional

El problema hace tiempo que no es sólo del Cabanyal, ni el Benacantil, ni la huerta. Se trata de un problema institucional, de falta de dignidad política, de confusión del Estado de Derecho y de este sistema que algunos todavía llamamos democrático sólo porque conocemos cosas peores (y porque si no nos tildan de reaccionarios. Encima). El problema es que se propone una reforma legislativa no con fines generales, como debiera ser, sino para resolver los obstáculos al proyecto más querido por la alcaldesa, que es ilegal. Ésta ha defendido siempre que su proyecto está dentro de la ley, así que si el Poder Judicial afirmara que la prolongación es ilegal, concluyen, habría que cambiar la ley. En su esquema esto es obvio, pero nada democrático.

Hablan de democracia y no se avergüenzan (suspiro). Dicen que “el pueblo” ha respaldado el proyecto, afirman que su “abrumadora mayoría” (que la verdad, sí que abruma) justifica la realización de la avenida. Pero no dicen que los barrios marítimos votan mayoritariamente a partidos que están en contra del proyecto, no dicen que la obligatoria consulta a los afectados (todos los valencianos) fue un fraude. ¿Dónde estuvo la información plena de lo que es y supone el proyecto? ¿dónde el diálogo con los interlocutores adecuados? ¿dónde el respeto a los vecinos? ¿dónde la buena fe? (condiciones mínimas de una consulta). En fin, el consell ofrece al gobierno municipal un regalo de compromiso que ni es suyo ni posee, y anuncia impunemente una herida más al sistema para hacerse con la presa. Hecha la trampa, hacen la ley.
El día que el espejo le dijo a la madrastra la verdad, la malvada rompió el espejo. Probablemente se compró uno nuevo que no opinaba.

Fernando Flores Giménez
Profesor de Derecho Constitucional