ALFONS CERVERA. HUELGA DE HAMBRE EN EL PARTERRE. Cartelera Turia. 07/04/2000

El mar esta ahí, a un paso de cualquier sitio, y no hace falta destruir un pueblo entero para que Aznar se coma una paella en San José.

Pero claro, esos motivos son de risa: en realidad se trata de otra cosa. Se trata de lo mismo que ha pasado en Campanar, en La Punta, en cualquier sitio donde los especuladores urbanísticos puedan meter baza para seguir aumentando sus cuentas corrientes en los bancos.

ALFONS CERVERA HUELGA DE HAMBRE EN EL PARTERRE

Contra la prolongación de la avenida Blasco Ibáñez

  No se que prisas tiene el ayuntamiento del PP en llegar al mar. A lo mejor es para que cuando venga Aznar en fallas se lo puedan llevar a mil por hora a zamparse una paella en la Malvarrosa. Lo digo porque, si no, no se explican esas prisas, esa necesidad de convertir la avenida de Blasco Ibáñez en una autopista: como si el camino hasta el mar fuera una selva inextricable que impidiera la llegada hasta la orilla. El mar esta ahí, a un paso de cualquier sitio, y no hace falta destruir un pueblo entero para que Aznar se coma una paella en San José.

Pero claro, esos motivos son de risa: en realidad se trata de otra cosa. Se trata de lo mismo que ha pasado en Campanar, en La Punta, en cualquier sitio donde los especuladores urbanísticos puedan meter baza para seguir aumentando sus cuentas corrientes en los bancos. El ayuntamiento del PP, con Rita Barbera al frente, solo quiere hacerles hueco a esos especuladores amigos suyos para que planten en el Cabanyal-Canyamelar sus rascacielos. Y la vida que allí existe pues que se vaya al garete, que se busque otro lugar para morirse: porque cuando te arrancan del sitio que es el tuyo de toda la vida es como si te lanzaran al vacío para que se te coman los buitres.

LA MUJER ALBANIL

La gente del Cabanyal no para de pedirle a Rita Barbera una conversación sobre el asunto. Y nada. Esa mujer se mete en su escafandra de color rojo, se pone la sonrisa en la boca y a sacarse fotos paseando con casco de albañil por las obras faraónicas de sus amigos constructores. Ahora sabremos, más que antes todavía, lo que es la mayoría absoluta del PP, ahora nos enteraremos del precio de los peines en esta democracia insignificante que nos vendieron a precio de saldo cuando se murió el Franquismo. Nada de hablar con la gente del Cabanyal-Canyamelar, nada de diálogo, nada de considerar a esa gente como interlocutora legítima para solucionar los problemas del barrio. Solo el desprecio con ella, solo el escupitajo a la cara del vecindario que vive allí toda la vida, al carajo sus casas, el laberinto entrañable de sus calles, la cama donde se pusieron a parir los sueños más hermosos: ¿que sabrá de sueños hermosos esa mujer siempre vociferante y alcaldesa?

En el mes de mayo se le presentaron al ayuntamiento mas de 100.000 alegaciones contra el proyecto de prolongación de Blasco Ibáñez y desde hace dos anos hay también presentadas un montón de solicitudes pidiendo una reunión con la alcaldesa y el concejal de urbanismo. Nada de nada: solo el silencio como signo del desprecio, solo eso. Pide la gente del Cabanyal-Canyamelar un proyecto riguroso de rehabilitación del barrio. Pero el PP ve en eso poco negocio: sus amigos constructores le exigen más beneficios cada día y el PP se los entrega en bandeja aunque sea derribando barrios enteros como éste si hace falta.

LA HUELGA DE LA DIGNIDAD

Por eso ahora se han puesto en huelga de hambre los del barrio. Están en el Parterre, en tiendas de campana, dispuestos a lo que sea para que se acabe de una puta vez tanta injusticia. De momento hablan de durar hasta finales de abril a base de glucosa. Luego ya se verá. Los fines de semana se admiten voluntarios para el ayuno. La información en asamblea es cada domingo, a las 11’30 de la mañana y allí mismo, a pie de huelga.

Lo que pretenden con esa medida es algo tan sencillo como el diálogo: que la alcaldesa les reciba y que puedan sentarse a una misma mesa la autoridad competente y la gente del barrio. Nada de nada: seguro que se ríen a carcajada limpia de la huelga y de lo que sea. Pero si se comportan así, si siguen sacándonos la lengua cuando exigimos nuestro derecho a que se nos tenga en cuenta a la hora de tomar decisiones sobre nuestras vidas, si sólo nos responden con la carcajada siempre que les pedimos diálogo para encontrar soluciones conjuntas a lo que nos preocupa, tendrán que enterarse esa alcaldesa y sus concejales y quien sea de que ya estamos hartos de tanta burla, de que habrá llegado el tiempo de buscar solu­ciones que no nos encojan el ánimo en el desprecio y la vergüenza. La huelga de hambre es una «protesta pacífica, de resistencia». Lo dicen los propios huelguistas del Cabanyal-Canyamelar. ¿Será que la alcaldesa y sus concejales están provocando con sus carcajadas para ver si somos capaces de saltarnos ese límite de la resistencia pacífica? No sé, pero ninguna provocación es buena ni trae consigo consecuencias felices. No es una amenaza, claro: si acaso, sólo una reflexión que hago justo en el límite de aquella resistencia.