RAMÓN FERRANDO. Sonata pel Cabanyal. Levante-emv. 05/04/2000

Me sumo a los que han alzado su voz por la regeneración del Cabanyal, ahora y antes; por los que siguen soñando que es posible vivir en una ciudad humanizada, en la que el roce, el vecino, las personas, nos otorgan pleno sentido. Me apunto a los que se empeñan en afirmarnos. Me solidarizo con los que se enfrentan a los saqueadores

Sonata pel Cabanyal. RAMÓN FERRANDO

ME quedo con el Cabanyal, en el Cabanyal, con los del Cabanyal, alejado de los seudodesarrollismos urbanísticos. Me quedo junto a los que han elegido una forma de ser, de vivir, de convivir, de pasear, de relacionarse, de conservar, de estar. Me quedo al lado de los perdedores, que siguen luchando por mantener la trama humana y urbana del barrio; con los que se oponen a su marginación y división; con los que han apostado por un desarrollo con alma, con ser, con esencia. Creo más, infinitamente más, su verdad, proclamada desde las trincheras de quien no toca poder, que las promesas de siempre del dinero, la especulación y el tiralíneas samuray, a pesar de que la maldita y estúpida actitud de nuestra izquierda haga casi imposible mantener el diálogo en paridad de fuerzas. Me quedo con Pepe Romero, director del testimonial e impresionante vídeo Retrats II. Sonata pel Cabanyal (Nascuts condenats), y sus protagonistas: Amparo y Tino Villora, Josefa Nicola, Tina Díaz, Luis Cerveró, Mila Díaz, Feli Valero, Paco López, Lola Martí y Manuel Collado, nombres que no suelen aparecer en las negritas de los periódicos, y menos aún de los informativos de las televisiones públicas, reservada la nuestra, como está, para inyectarnos el detritus de Tómbola, fiestas mayores y necedades varias. (¿Por qué no cabe en Canal 9 un vídeo como el comentado? ¿Tanto le asusta cumplir, aun simbólicamente, con sus fundamentos de servicio público?) Me quedo con las razones, los rostros, las inquietudes, la angustia de los protagonistas del vídeo. Me quedo con el testimonio de una vida, de un anhelo, de un futuro, de una voluntad de existir, diferente a las estampitas trucadas de las ávidas inmobiliarias de siempre, hoy crecidas. Me quedo con el esfuerzo del Faustino Villora, y de tantos otros, en su anhelo por hacer de Valencia una ciudad con pasado y con futuro, con identidad, con referencias singulares y reconocibles, con respeto hacia lo suyo, más allá del cartón-plástico de Terra Mítica. Me sumo a los que han alzado su voz por la regeneración del Cabanyal, ahora y antes; por los que siguen soñando que es posible vivir en una ciudad humanizada, en la que el roce, el vecino, las personas, nos otorgan pleno sentido. Me apunto a los que se empeñan en afirmarnos. Me solidarizo con los que se enfrentan a los saqueadores de nuestra memoria ciudadana, aun a sabiendas de la dificultad de su propósito. Bastante tenemos ya con la negación de Campanar; con la sentencia condenatoria de La Punta; con la degradación del Botánico.