GUSTAVO VIVAS. De Jesuitas al Cabanyal. Levante-emv. 09/01/2000

La tercera vía urbanística planteada por el autor del artículo para salvem El Cabanyal y Salvem El Botànic. “En una hipotética situación de consenso y para contento y beneficio de todas las partes, el nombre del hotel podría ser el Botànic Palace, dicho esto sin una gota de cinismo porque las presentes formulaciones en procura de acuerdos ciudadanos en Valencia tienen una doble motivo …”De Jesuitas al Cabanyal

GUSTAVO VIVAS*

Actividades creativas y participativas como las jornadas de Portes Obertes realizadas por integrantes de la plataforma Salvem el Cabanyal entre el 25 de noviembre y el 15 de diciembre, y artículos como los del arquitecto Adolfo Herrero, publicados recientemente con documentadas reflexiones sobre dos de los grandes temas pendientes en la ciudad de Valencia, hacen renacer la esperanza de que, después demás de cien años de equívocos e incertidumbres respecto a la prolongación de la hoy avenida Blasco Ibáñez y de casi veinte de polémicas en el caso del solar de jesuitas, el año 2000 sea el de las soluciones técnicas viables y acertadas y política y socialmente justas y democráticas. En el entendimiento de que los artículos de opinión pueden o no reflejar las posiciones adoptadas por las partes directamente interesadas en los temas pero pueden influir en unas u otras (cada una de las cuales suele tener algo o mucho de razón), se ha estimado conveniente mostrar algunas coincidencias y discrepancias de los mencionados artículos de Adolfo Herrero ,en relación con los escritos por el autor de estas líneas desde1993, porque ilustran y actualizan posiciones propicias al encuentro de alternativas de consenso .

Lo primero a destacar es la coincidencia encontrada en relación con la propuesta de solución para el contencioso entre la avenida de Blasco Ibáñez y el barrio Cabanyal-Canyamelar, planteada en el artículo de Adolfo Herrero El paseo de las ambigüedades (Levante-EMV, 26-12-99), y la recogida en los artículos publicados en 1998 y que hasta el momento no había merecido ningún comentario público a favor o en contra. Después del completo análisis sobre los avatares históricos de la prolongación de Valencia al mar, contenido en el artículo El camino paseo de Meseguer (Levante-EMV, 12-12-99), Herrero concluye que «no hay que insistir más, la prolongación de la avenida hoy no puede justificarse bajo ningún concepto (…). El enfoque debe plantearse como la articulación del antiguo poblado marítimo con la ciudad central que ha avanzado en forma tan desafortunada hasta él (…). Una intervención de estas características puede ,avanzando en un salto cuantitativo y cualitativamente mayor, aprovechar la oportunidad que dicho espacio ofrece no sólo como ámbito de relación espacial entre ambos tejidos sino como un enclave estratégico altamente calificado de intercambio entre modos de transporte (Renfe, potenciando una auténtica estación de tránsito y no un simple apeadero, metro-tranvía-bus); espacio pensado como una pieza capaz de organizar y difundir servicios, degenerar vida urbana…»

En el artículo Valencia y el mar(14-12-93) se dice que «no parece conveniente para la ciudad mitificar una única salida al mar por medio de un tajo de cien o cuarenta metros de ancho que, en cualquier caso, fractura un barrio consolidado, quiebra una trama histórica y emula tardía, costosa y grotescamente con el barón Haussman». En el titulado Urbanismo, técnica e ideología (23-8-98), se señala que «la compleja relación entre la avenida y el barrio se ha convertido en un hecho nodal en la historia de Valencia en el siglo XX y su solución marcar á un punto de inflexión en los rumbos de la ciudad que influirá en la solución de todos sus otros temas pendientes hacia el siglo XXI, tanto si se opta por un urbanismo moderno, coherente y democrático, como si se hace por uno decimonónico, fragmentario y de imposición». Y en El error óptico de Juan Lagardera (24-9-98), se aboga por la tercera de lastres alternativas contempladas en el PRI de los arquitectos JoaquínMonfort y Vicente Corell (redimensionada y rediseñada), y se indica que esta solución podría«respetar la trama básica y fundamental del barrio, beneficiarlo con la renovación de un sector aledaño —con las plusvalías que se logren negociar—, y acoger un centro Inter. modal con eje en la estación del Cabanyal, un gran intercambiador entre transportes públicos (tren, tranvía, autobús, taxi) y privados (coches, bicis, peatonal), rodeado de comercios y viviendas de nueva planta y ligado a una equilibrada malla de acceso al mar (…), configurando una imagen y una función que expresaría el acuerdo racional, cívico y democrático para una solución que, a mi modesto entender, es la mejor de todas las planteadas». En entrevista publicada en El País (27-7-98) se insiste en que a la avenida Blasco Ibáñez no hay que prolongarla sino terminarla con un remate de arquitectura significativa con diferentes usos en torno a la estación de Renfe, que sirva de articulación entre la ciudad central y el histórico poblado marítimo y que proporcione recursos para la rehabilitación integral del Cabanyal-Canyamelar. Esta solución no es fácil porque implica un importante cambio en la postura del ayuntamiento que, como se sabe, ha optado por la alternativa 2 (prolongación con 40 metros de ancho),así como una reconsideración dela suya por parte de la Plataforma Salvem el Cabanyal que rechaza las tres, pero sobran razones de muy diverso orden y aún se está a tiempo para intentar un gran acuerdo cívico en relación a un tema de tanto interés urbanístico y social como se ha encargado dedemostrar el catedrático de la Universidad Politécnica de Valencia Manuel Pérez Montiel.

Respecto al solar de Jesuitas, entre la posición sustentada por el arquitecto Herrero en el artículo Un paisaje sin hotel (El País, 16-12-99) y la planteada en los titulados La esquina de la Pechina (17-9-95), Por la mejor arquitectura en la esquina de la Pechina (17-12-95) y En busca de una solución para la esquina de la Pechina(25-2-96), hay coincidencias en el rechazo al proyecto presentado por la firma promotora del hotel(después de la victoria ciudadana ,disciplinar y de sentido común que significó el abandono de las tres tristes torres), pero es evidente la discrepancia ante la posibilidad deque se construya algún edificio en el mencionado solar. Herrero insiste en que «la belleza y fragilidad del paisaje en la cornisa edilicia que configura el viejo cauce del río Turia con la iglesia de San Miguel y San Sebastián, el Jardín Botánico y el colegio de San José(…) están amenazadas por la construcción de un hotel —por otra parte, de volumetría desorbitada y arquitectura deleznable—en el antiguo jardín y patio de recreo del colegio de San José, en una posición coherente con la sostenida por distinguidos profesionales como Trini Simó y CarlesDolç, quienes afirman que «cualquier edificio en altura en el solar viene a interponerse, desfigurar y despreciar ese panorama valioso que prestigia a la ciudad» (Paisaje urbano y hotel, Levante-EMV,29-7-99), o como Juan Pecourt, quien en carta abierta al promotor(Un hotel a cultural, Levante-EMV,1-8-99) llega a la falible conclusión de que «para comenzar hay que reconocer que la misión de colocar un hotel con un mínimo de dignidad en ese emplazamiento es una misión imposible», y alude a «los términos un tanto abruptos para un informe oficial», utilizados en un informe técnico de la Conselleria de Cultura en relación con el proyecto del prisma acristalado de lCrystal Palace: «acultural, formalmente banal y materialmente incoherente».

Figuración volumétrica

Reiterando mi profundo respeto por las anteriores opiniones(tanto que me permito discutirlas en virtud de la máxima socrática aprendida, a comienzos de los años setenta, del filósofo colombiano Estanislao Zuleta, y retomada hoy con fuerza y rigor por el filósofo español Fernando Savater, según la cual «se debe discutir sólo lo que se respeta»),me permito insistir en la figuración volumétrica que se sustentó en 1995 como una alternativa formal mesurada, digna, coherente y respetuosa con el entorno paisajístico y cultural del discutido solar (vacío urbano) de Jesuitas ,el cual, además de la fachada sobre el antiguo cauce del río, tiene una segunda sobre la Gran vía Fernando el Católico, ese crucial trazado del Ensanche valenciano que no cuenta con un marco apropiado en su arranque o desembocadura sobre la cornisa o borde urbano del viejo cauce del río Turia. Cuando se bautizó este enclave como esquina de la Pechina, no se hizo por alguna fijación toponímica o juego de palabras, sino como una aplicación de las reflexiones sobre Valencia que se inician en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura dela UPV (a finales de los años setenta)y que se han seguido alimentando hasta ahora: con independencia del uso a que se destinase el edificio (hotel o servicios, comercial, escolar, cultural o de vivienda) o de las motivación es privadas o públicas del mismo, sigo pensando que en esa esquina es posible y casi necesario un muy estudiado contenedor urbano que podría tener una fachada plana sobre la Gran Vía, retranqueos sobre el paseo de la Pechina y terrazas escalonadas en la fachada posterior recayente hoy al Jardín de las Hespérides ya en construcción, con el Jardín Botánico como telón de fondo.

Las posibilidades y limitaciones conceptuales y materiales de cualquier construcción en aquella histórica esquina podrían ser constatadas, como se propuso en su momento, en un concurso de arquitectura o, de manera más inmediata y realista, en un ejercicio académico en algún taller de proyectos de la ETSA , como el que se llevó a cabo en relación con el Cabanyal (y que aún se está a tiempo de realizar en el segundo cuatrimestre del curso 99/00). De dichos ejercicios surgirían, sin duda, mejores alternativas formales que la sugerida hace cinco años con un esquemático perfil dibujado sobre una fotografía tomada desde el puente de Ademuz, pero que se estima aún suficiente para insistir en una tercera vía de solución en el contencioso del solar de jesuitas ,la cual tampoco será fácil, porque implica una clara y firme decisión por parte de la máxima autoridad municipal, una revisión total del proyecto por parte de los promotores con previsible reducción del área construida (que no de la rentabilidad que se transferiría a otros valores añadidos del privilegiado edificio), y una reconsideración o flexibilización de las posiciones de los ilustres y respetables miembros de la Plataforma Salvem el Botànic. En una hipotética situación de consenso y para contento y beneficio de todas las partes, el nombre del hotel podría ser el Botànic Palace, dicho esto sin una gota de cinismo porque las presentes formulaciones en procura de acuerdos ciudadanos en Valencia tienen una doble motivación: la certidumbre de que las disciplinas del urbanismo y la arquitectura, más que espectaculares y costosos hitos megalómanos y milenaristas, pueden seguir aportando soluciones lógicas y duraderas a la sociedad, y el amor hacia una ciudad que, tanto los nacidos en ella como los llegados de fuera, podemos albergar cuando, además de vivirla (gozarla y sufrirla),tenemos el privilegio de conocerla y estudiarla a fondo.

*Arquitec