JOSÉ Mª MEDINA ZARAGOZA. ¡Oh, Cabanyal! Levante-emv 27/02/1999
Desde hace algunos meses, y en especial en estos días, las gentes del barrio del Cabanyal estamos viviendo la angustia más tremenda e injustificada, en sus más de 500 años de existencia, merced a la locura especulativa y a los despropósitos de grandezas urbanísticas del equipo de gobierno del Ayuntamiento de Valencia que dirige lamentablemente Rita Barberá.
¡Oh, Cabanyal!
JOSÉ Mª MEDINA ZARAGOZA* Economista. Vecino del Cabanyal.
Desde hace algunos meses, y en especial en estos días, las gentes del barrio del Cabanyal estamos viviendo la angustia más tremenda e injustificada, en sus más de 500 años de existencia, merced a la locura especulativa y a los despropósitos de grandezas urbanísticas del equipo de gobierno del Ayuntamiento de Valencia que dirige lamentablemente Rita Barberá.
Con la excusa paternalista e innecesaria de sanear el barrio marítimo del Cabanyal, se proponen, con la mayoría de sus únicos votos, arrasar con un pueblo asentado históricamente y consolidado urbanísticamente, para prolongar una avenida, la de Blasco Ibáñez, hasta el mar y con ella multiplicar sus intereses particulares y, cómo no, devolver favores a promotoras urbanísticas de la empresa privada.
Para quienes hemos nacido, vivimos o trabajamos en este barrio del Cabanyal, siempre nos pareció esta posibilidad, que nos ha acompañado desde la infancia, tal barbaridad que realmente nunca la tomamos excesivamente en serio. Para quienes como ciudadanos del resto de la ciudad de Valencia piensan que desde la distancia, esta intervención urbanística no les afecta o incluso les beneficia, se equivocan, y evidentemente por muchos motivos, porque de la desgracia a la que estamos sometidos en estos momentos miles de vecinos del Cabanyal, sólo por el simple respeto a nuestra historia, que es la de nuestros padres y abuelos, y a un entramado urbanístico, envidia de arquitectos y urbanistas de todo el mundo, no debería ni tan siquiera haberse planteado, y menos en los términos dictatoriales en los que lo ha hecho la derecha del Ayuntamiento de Valencia.
Los vecinos del Cabanyal, afectados o no, nunca fuimos consultados sobre si preferíamos una gran avenida o la rehabilitación de nuestro barrio, y cuando en alguna ocasión hemos intentado alzar la voz, con el único fin de defender nuestros derechos ciudadanos, se nos ha tachado de analfabetos y de pobres infelices, dando por supuesto que somos gente idiota, sin cultura y no nos damos cuenta del gran beneficio que nos va a reportar que nos destruyan el barrio, y con él nuestras raíces y nuestra historia, para saber lo que es mejor para nosotros están los concejales del PP, bien asesorados por íntimos colaboradores del mercado inmobiliario, que parece ser que son los que con mayor sabiduría administran el dinero público, quiero decir de todos.
Cuando el dúo Domínguez-Lledó dicen a la prensa que lo único que están haciendo es cumplir el programa electoral que el PP presentó a las elecciones municipales de 1995, deberían avergonzarse, pero claro, para ello deberían conocer el significado de este término, porque de las muchas páginas, y con ellas mucha paja, que tiene el mencionado programa, parece que a estas alturas de legislatura sólo les merece la pena empezar a cumplir la mencionada prolongación de Blasco Ibáñez al mar, y del resto del programa seguramente mejor no hablar, porque, si no, ¿dónde están los centros escolares prometidos?, ¿o las zonas verdes que en él se citan?, ¿o la mejora del servicio público de autobuses? Ni que decir tiene en qué ha quedado la congelación de los impuestos municipales, ¿y hablamos de los espacios deportivos? O solamente hablamos de farolas de quiero y no puedo, o del asfaltado de las aceras en los barrios tradicionalmente en manos de la derecha.
A la vista del programa electoral del PP de 1995 se concluye rápidamente que es papel mojado, y sólo se ha actuado curiosamente en aquellas inversiones que en lugar de ofrecer beneficio público han reportado beneficio privado.
Ya a estas alturas los vecinos del Cabanyal no pensamos que venza la cordura y la sensatez sobre la chulería y la especulación, sólo soñamos con despertarnos una mañana y darnos cuenta de que en realidad todo esto no ha sido más que una pesadilla y que para alegría de todos los valencianos, el dúo Domínguez-Lledó no eran concejales del Ayuntamiento de Valencia, sino simplemente unos lamentables correveidiles con delirios de grandeza, y que igual que la luna tiene su cara oculta, la alcaldesa tuviera su cara humana, recibiera a los vecinos de este peculiar barrio y, de acuerdo con ellos y el asesoramiento de técnicos y urbanistas, nos pusiéramos manos a la obra con el único fin de salvar, rehabilitar y revitalizar el barrio del Cabanyal, que en definitiva es la gran puerta de todos los valencianos.
* Economista. Vecino del Cabanyal.
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