Juan Lagardera. El error histórico de Blasco Ibáñez. Levante-emv. 19/09/1998
EN el Cabañal está pasando lo que era previsible que pasara, y aún pasa poco. El equipo de Gobierno local, que decide la política urbanística de la ciudad de Valencia, ha cometido un error presumiblemente de dimensiones históricas y ha mostrado sus visones e incapacidad para gestionar mínimamente el primer problema serio al que se ha querido enfrentar
19/09/1998 Levante-emv Juan Lagardera El error histórico de Blasco Ibáñez
Domingo, 20 de septiembre de 1998
El error histórico de Blasco Ibáñez
JUAN LAGARDERA
EN el Cabañal está pasando lo que era previsible que pasara, y aún pasa poco. El equipo de Gobierno local, que decide la política urbanística de la ciudad de Valencia, ha cometido un error presumiblemente de dimensiones históricas y ha mostrado sus visones e incapacidad para gestionar mínimamente el primer problema serio al que se ha querido enfrentar.
Prolongar la avenida de Blasco Ibáñez no dejaba de ser una opción de teoría urbana sobre la que se podrá discutir con más o menos argumentos serios. Hay muchos técnicos muy cualificados (Escribano, Pecourt, Piñón…) favorables a la prolongación, y hay encuestas en las que los ciudadanos no directamente afectados por el problema de las expropiaciones se decantan a favor de prolongar…
Quizás los políticos y urbanistas del PP han pensado que con esas solventes opiniones y con la mayoría de las encuestas en el bolsillo, el dilema de Blasco Ibáñez ya se podía despejar. Falsa apreciación, por cuanto el verdadero problema comienza en ese momento, en el que se toma la decisión de prolongar, pues son tales y tan graves las consecuencias, tanto técnicas como humanas, que resulta del todo frívolo, y sospechoso,
que desde el Ayuntamiento de Valencia se pretenda contentar a los afectados con cuatro ideas sobre un plano y unas cuantas promesas económicas en torno a las expropiaciones y realojamientos.
Salvo que por ignorancia se crea que con una mera idea urbanística se puede empezar a hacer una avenida y no se sea consciente de los desastres a los que se puede llegar, la actitud del ayuntamiento resulta muy difícil de comprender. Lo recuerda Trini Simó en estas mismas páginas: las pantallas de la avenida del Oeste han arruinado los barrios que quedaron en sus traseras.
Al Cabañal le auguramos el mismo triste destino salvo que un minucioso proyecto de cirugía urbana, de arquitectura de verdadera calidad, trate de suturar la herida que, inevitablemente, se producirá cuando las tramas contrapuestas de la avenida y el barrio se declaren la guerra final. Un proyecto, en suma, de dimensiones importantes, costoso por caro y lento, y que no parece al alcance
de la capacidad de gestión del actual consistorio.
En esas condiciones a uno siempre le ha resultado obvio que en el Cabañal, mejor no tocar nada, mejor concentrarse en los muchos otros problemas serios de la ciudad (el Parque Central, el modelo de crecimiento, el diseño final del puerto con la ciudad…). El PP, en cambio, se ha tirado a la piscina y le espera un camino plagado de minas y algaradas, parlamentarias y callejeras.
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